Todas las grandes historias de amor comienzan por un bello joven y una bella joven, que se conocen, se enamoran, su amor es imposible o algo se interpone en su camino pero finalmente, terminan juntos. Pero y si no fuera una historia de amor ente dos bellos jóvenes, y si no se quisieran o y si desde el principio algo se interpusiera en su camino.
Edda era una anciana reina que gobernaba desde la muerte de sus padres su país, sin ayuda de nadie puesto que su linaje terminaba en ella. Conocedora de que el fin de sus días se acercaba y sabiendo que las provincias que formaban su país serían divididas en reinos, por los nobles y que esto supondría guerras; decidió buscar un consorte para que cuidara de su reino cuando ella ya no estuviera.
Convocó entonces al consejo de sabios, a los que habló de su intención, no quería dejarle el trono a alguien de sangre noble, sino de corazón noble, elaboraron entonces una prueba que el aspirante al trono debiera superar.
Se convocó entonces a todos los jóvenes solteros del pueblo con la oferta de realizar un trabajo para la reina y recibir a cambio una gran recompensa.
Los primeros en aparecer fueron los nobles, jóvenes y arrogantes se negaban a compartir la competición con los campesinos pero aun así la reina esperó hasta la fecha fijada.
El día que todos los participantes de la competición estaban citados, la reina con sus consejeros les reunió y les informó de cuál era su cometido: traer de cualquier parte del mundo algo que representara el espíritu de un buen gobernante y les dio de plazo 300 días.
El primer día apareció un joven noble con su armadura puesta y le dijo a la reina que él llevaba su armadura puesto que un buen gobernante debía estar dispuesto a defender a su pueblo. A la reina le pareció una buena decisión no obstante decidió esperar hasta el último día.
Otro día un joven campesino le trajo un caballo y le dijo a la reina que su decisión había sido esa puesto que para él, un buen gobernante debía ser leal y trabajar para el reino tal y como el caballo lo hacía para su amo.
Muchas y variadas fueron las respuestas; trovadores que traían canciones que hablaban de unidad, de amistad, de confianza, otros jóvenes que traían joyas puesto que creían en la riqueza que ellos como gobernantes traerían al país, traían mujeres jóvenes que tendrían fuertes y hermosos hijos para defender y alimentar al estado, alguno que otro no trajo nada puesto que decían ser ellos mismo los símbolos de un gran gobernante.
Se acercaba ya el día trescientos y la reina tenía poco donde elegir muchas de las respuestas las había dado por inválidas debido a problemas de codicia, vanidad..
Pero el día antes del fin del plazo apareció un joven que traía un misterioso paquete, cuando se encontró ante la reina lo abrió, dejando ver en él un hermoso cuadro, el joven comenzó su explicación:
“para mí, un buen gobernante debe ser como un pintor, ser capaz de observar un paisaje, una persona, una arquitectura… y ser capaz de ver no solo los detalles que la forman también, lo que lo rodea, la belleza propia que posea e incorporarle un toque personal que haga el lienzo único, no se trata de ser perfecto sino hacerlo, lo mejor que puedas esforzándote y observando”
La reina, esa noche, reunió de nuevo al consejo que después de muchas horas deliberando tomaron una decisión.
El último día después de haber oído todas las ofertas que faltaban, la reina habló.
“A aquellos que hablasteis de que un gobernador tiene que defender a su pueblo, os diré que es cierto pero necesita otras cualidades, que no son solo la lealtad, la riqueza y la unidad, se tiene que conseguir todo eso y el único que a mis ojos mostró una opción que una todas estas características fue el pintor, un gobernante nunca agradará a todo su pueblo pero si realmente observa lo que necesita y observa cómo solucionarlo tendrá más posibilidades de acertar”
Fue así como los participantes regresaron a sus quehaceres y al pintor se le mostró su premio, ser el marido de la reina, futuro dirigente del país.
Pero la historia no termina aquí, la reina Edda convivió unos cuantos años con el pintor de nombre Alom, enseñándole los secretos de cómo dirigir un país. Fue en los últimos días de la reina cuando yacía enferma en la cama y Alom se sentaba al lado leyéndole hermosas historias o tomando su mano en los momentos de dolor, cuando ambos descubrieron lo mucho que se iban a echar de menos y hasta qué punto habían llegado a quererse, en el último suspiro la reina Edda le dijo a Alom las palabras que nunca había pronunciado “te quiero”.
Y dice la historia que el rey Alom fue un gran gobernante se volvió a casar y tubo hijos que heredarían la corona, pero lo que no cuenta es que cada vez que pintaba un cuatro el rostro protagonista era la reina Edda, asi cuando llego el final de la vida de Alom el espíritu de Edda joven y hermoso guió el espíritu de Alom hacia la nueva vida, que vivirían juntos de nuevo.
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